Ayer murió Horacio Coppola. No me gustan mucho las construcciónes póstumas y menos las que enaltecen a sus difuntos, sin embargo me parece que a todos los lectores de Los Rayos FC les resultará interesante los comienzos de esta brillante familia.
Al sur de Santa Fe, muy cerca de Venado tuerto, unos 32km, vivían Ignacio y Marta Coppola. El primero era dueño de una de las más prestigiosas fábricas de imanes, una marca llamada Acme; la esposa, la primera genetista mujer en el lejano oeste. En estos terruños dan a luz tres hijos (dos ella, uno él): en 1906 a Horacio, en 1939 a Francisco Cuarto (que en un ataque glamoroso se empieza a autodenominar Francis Ford) y en 1948 a Guillermo. Durante toda la infancia de los pequeños, los
Coppola intentaron legar su profesión a su prole, mientras echaban pestes sobre su conyuge en un matrimonio sumido en una rutina desesperante. En 1956 los tres tenían 15 años. Sus cabezas estaban sumidas en caos. Querían honrar a sus dos padres, pero no podían seguir ambas profesiones. Así, inventaron algo llamado imangenetistas, pero ninguno lo podía definir. El 18 de junio de 1962 a las 9 de la mañana, los tres jóvenes de 21 años se encaminaban a peinar sus barbas cuando se dieron cuenta que su padre seguía en el baño. Pasaron horas hasta que decidieron entrar. El progenitor se había esfumado dejando solamente una explosiva marca de desechos humanos en la pared. La composición era hermosa. El primero vio una esquina y muchos hombres; el segundo, un pescado y una moto; el tercero, un hombre y una pelota. De esta manera los hermanos entienden como seguir el legado de sus padres: la imagen, donde la composición es bella sin importar la materia que la constituya.
El primero terminó siendo un gran fotógrafo, el segundo un gran cineasta y el tercero un gran manager. Todos los 18 de junio se sentaban a discutir teorías de la imagen en baños públicos retroalimentándose del conocimiento de cada uno. En uno de esos encuentros decidieron dejarse todos las canas facheras. Este 18, Horacio fue extrañado.
Los abrazo