Excesos de agua
Y efectivamente, poco a poco, las señales se suceden. Fue Vicky Donda, con su desparramada sonrisa, sosteniendo carteles en todos los escalones que rezaban: “El agua es un derecho humano”, quien me decidió finalmente a escribir.
Previamente, el agua, o más bien su posible falta, se había convertido en un tema recurrente en los distintos ámbitos por los que me muevo; y, naturalmente, no pude no pensar en vos (cómo no hacerlo si sos como un 70% de agua –y no sé si más-, ¿qué sería de vos sin el agua?). Entonces, me puse a investigar al respecto (no sobre tu composición acuática, sino más bien el tema del agua en general, pero en particular en Argentina y más en particular el trato que de ella hacen los porteros).
La verdad que los números son terribles, asustan y hacen pensar mucho. Por ejemplo, en nuestra provincia alrededor de un 60% no tiene agua potable, mientras que el 40 restante consume dos veces lo que sería adecuadamente destinado a su uso (es un dato escuchado al azar, que intenté confirmar pero que no pude, así que duden muchachos, duden, no dejen de dudar que los goles de Lende ya van a llegar). Notable. Algo tan fundamental, que está en abundancia –aparente abundancia-, que es de uso corriente, dejar de estar disponible. Podría decirse que todo esto iluminó mi conciencia ecológica.
Ahora bien, CUIDADO! Si, tengan cuidado porque no todo es bueno en el agua. Y no estoy hablando de aguas con restos humanos, ni organismos prácticamente invisibles, ni de aquellas aguas marrones que vemos pasar, no; estoy hablando del agua potable, el agua que tomás (Tomás Martín) todos los días. Porque a vos te recomiendan que tomes mucha agua, que hace bien, que purifica tu cuerpo, lo limpia por dentro (si le pones dos gotitas de lavandina mucho mejor), pero nadie te dice que te podes morir de sobredosis de agua.
Efectivamente, sobredosis de agua. Nunca imaginaste (o tal vez si) que podías morirte consumiendo algo tan saludable como el agua. El tema es que si tomás (¿Tomás?) mucha agua de golpe, las conexiones electrolíticas de tu organismo (es decir de vos, tuyas mejor dicho) corren el riesgo de desequilibrarse y llevarte a una muerte que comience con cansancio, fatigas musculares, confusiones, trastornos nerviosos y de golpe… Pero vamos a dejarle las explicaciones científicas a los casi Rayos (si, casi Rayos, porque si no se ponen las pilas dentro de poco van a ser casi relámpagos).
Sigamos, los porteros. Uh… vaya tema. Ya han pasado unos cuantos días desde aquella mañana en la cual durante mi habitual caminata matutina hacia el subte tuve un instante de reflexión. Usualmente pasaba por las puertas de diferentes edificios y observaba con cierto agrado el momento en que los porteros, casi religiosamente, salían a la calle con sus mangueras en una magnifica exhibición del entrelazamiento de las rutinas. No podía evitar sonreír ante los comentarios que intercambiaban cuando apenas la ciudad amanecía, Che, pero mirá la manguera que pegaste, está nuevita, nuevita, decía uno, Y sí, la compraron acá los del consorcio, la otra ya no daba para más, cada vez que la prendía regaba toda la cuadra, respondía orgulloso el vecino.
Encantado con ese momento en el cual todos los porteros se disponen a hacer gala de sus mangueras, de su poder para dejar impecables las veredas, por el tiempo en que los peatones lo permitan, esperando que el sol ilumine sus baldosas, no me percaté de que las mangueras prendidas dejaban correr el agua durante unos cuantos minutos (no creo que horas porque es una tarea que debe hacerse con dedicación pero siempre antes de que los habitantes de los edificios bajen, ellos deben encontrarse con la vereda reluciente, como una alfombra roja, para concretar sus días). Y veo en la facultad, en la tele, se comenta en las radios, carteles lo anuncian por doquier, el agua es un recurso escaso que hay que cuidar, usar con reserva, con conciencia.
Pues bien, gran dilema genera, ¿cómo quitar ese momento de esplendor, de sublime exhibicionismo rutinario, para no malgastar el agua? Te alegrará saber que este uso que muchos dirían indiscriminado también fue motivo de preocupación para el sindicato de porteros, y decidieron repartir unos 40000 picos (puntas tal vez, aspersores quizá) que se colocan al final (es por donde sale el agua, la punta que sostiene usualmente el portero o aquella persona que use la manguera) y regula la cantidad de agua que sale. Es algo así como esas pistolas que se usan para regar que tienen diferentes aspersores como el de chorro, o esa especie de chubasco liviano que casi parece una caricia para las plantas, o (depende el modelo vienen más aspersores) ese que parece una lluvia de verano-imagino que es para plantas más bien tropicales- que larga gotas gruesas. Además de la prohibición, desde el año pasado, de baldear las veredas los martes y jueves. La cuestión es que se han logrado ahorrar, o por lo menos eso muestran los estudios, unos cuantos litros de agua. Sin dudad es un comienzo.

Arena en mis manos
El agua es un tema a tratar, para pensar. Es fuente de vida, alimento para muchos, purifica vuestras almas y cuerpos, y es una gran fuente de felicidad (después de todo el agua es un ingrediente ineludible en la elaboración de la Coca). El cambio cultural que requiere el uso del agua sin duda lleva tiempo, pero vale la pena empezar y tener una conciencia más clara (más claro echale agua dicen por ahí, agua potable, sin duda, por eso el problema del derroche) al respecto. Con pequeños gestos siempre se empieza, ha dicho algún filósofo oriental que toda gran caminata (proeza tal vez) comienza con un simple paso, habrá entonces que empezar por las gotas que rebalsan los vasos, tal vez con un simple, Che cerrá la canilla mientras te cepillas los dientes.