Desvaríos

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Ven, sube a mi nube

Seguramente Cerati haya pasado por esta escena cotidiana, de ahí sus palabras: “La espera me agotó, no sé nada de vos”, parado por algún punto perdido de la ciudad, esperando, mirando a su alrededor como las calles se van vaciando, con gentes que caminan vuelta a casa, algunos con bolsas recién adquiridas, posiblemente una futura cena, otros con pasos apurados, tal vez porque quieran ir al baño, o tan solo por el imperioso deseo de volver luego de una ardua jornada.

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Final clausurado

Al final, parece que se cae por un precipicio, pero una rama le atraviesa la camisa y se salva — Cuando termina se casan y tienen un hijo; que sale deforme, pero lo quieren igual — Finalmente, el perro al que todos odiaban por tener sarna, era un príncipe californiano que hereda el 75% de las acciones de Macintosh — El barco se hunde pero ella sobrevive y sale a flote agarrada al cuerpo del ex-amante, alimentándose de sus partes tiernas

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En Buenos Aires: escritores clandestinos

No es poco usual el comentario -expresado a media voz o a gritos; buscando complicidad o en el límite de la indignación- de que cada vez se lee menos. Bueno, este cronista defiende la opinión contraria: la gente no sólo lee cada vez más, sino que ¡lee mejor! Sí, efectivamente.

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