Cualquiera diría, si le preguntan, y sino también, mirándose en el espejo del baño, que sabe usar un escurridor de piso. Pero la verdadera pregunta es: ¿estás seguro que sabes usar una raclette? Y tendrías que decir que sí, porque es lo mimso, pero lo cierto es que no sabes. No. No sabes usar una raclette, te lo digo yo que soy un Rayo, y acabo de aprender, o por lo menos de tener una lección, aunque obvio ya sabía.
Según mi profesor, sabio residente de estos pagos, anque nacido en tierras venezolanas, hay un par de movimiento claves en el correcto uso de la raclette, movimientos necesarios para un perfecto escurrido del agua.
Veamos entonces.
En primer lugar, hay que elegir la raclette indicada, porque no todas son iguales. ¿Qué pasa si tenes que escurrir litros de agua de una superficie irregular? Obviamente no elegirías un escurridor sanitario, lo adecuado sería inclinarse por uno diseñado especialmente para trabajos pesados. Su mayor longitud, así como su goma resistente, facilitarán la limpieza de amplias superficies anegadas por mangueras olvidadas, vuelcos inesperados o bíblicas tormentas.
Una vez superado este paso, que en general se decide al momento de la compra cuando evaluas sus posibles usos, llegamos al momento clave.
En primer lugar, agarras el palo con las dos manos, firmemente, con los nudillos en la parte superior (es decir, mirando para arriba), para poder hacer presión hacia el piso y hacia vos al mismo tiempo, inclinas levemente tu cuerpo hacia adelante al tiempo que tiras para atrás las piernas, dejas caer tus pantalones lo suficiente como para parecer plomero y… Zas! Das el primer tirón, das el segundo, zas! Y vas por el tercero, Splash! ¿pero qué? ¿Pero qué? ¿Qué pasó? Me vendieron una raclette fallada, este Carrefour choto, me cago, está rota, esto no sirve, empezas a despotricar contra Carlos Coto y toda su familia, la ligan de pasada todos los que estén cerca, y te hundís en un pozo de frustración del cual intentás salir moviendo desesperado la raclette, pero sólo para salpicar más y más, y seguir cayendo, hondo, bajo, oscuro.
Papurri, la estás usando mal. Si, es hora que lo sepas. ¿Y vos te creías un crack por saber usar un escurridor? Pero andá, gil!
Es en estos momentos cuando nos replanteamos todas nuestras habilidades, nos preguntamos por qué el ser y no más bien la nada, por qué existen los perros siberianos, si E.T. Sigue en la tierra o se fue de joda con Alf por ahí. Son momentos cruciales en la vida de cualquier mamífero, como el ornitorrinco. Y te mantenés entre las tinieblas del saber hasta que llega él, el descubridor, el gran venezolano, aquel que sabe.
Y para vos, que nunca lo vas a ver, hoy como cortesía de Los Rayos develamos el secreto.
Una vez que das el primer zarpazo, antes de dar el segundo, es necesario hacer un golpe fuerte, seco, dejando caer el escurridor con vehemencia al suelo, para que casi sin darse cuenta el agua se salga del escurridor y quede en el piso, distraída, atontada por el estruendo, y casi en el mismo instante, en el rebote del primero, dar un segundo golpe, cortito, suave, delicado y eficaz, para separar las gotas que quedaron prendidas cual liendres, y tener la raclette prácticamente seca para una nueva pasada. Pero no te lo tomes tan a la ligera, porque esto que parece un simple golpe, lleva horas de encerar y pulir, de acariciar hojas extrañas y ridículos movimientos frente al viento. No creas que porque te lo dijo un Rayo te va a salir a la primera. No mi querido Daniel-san, esto requiere paciencia y dedicación, un espíritu centrado y apasionado, recto y puro, solo así podrás dominar verdaderamente una raclette.