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Con sólo hacer click

Lo que a ustedes les llega de Los Rayos es toda la fanfarria, mientras que la cocina del show queda detrás del telón: horarios poco flexibles, jefes dictadores, poco solidarismo, robo de mujeres; lo que su imaginación disponga. Sin embargo esto no fue siempre así, mismo antes de que el grupo fuera bautizado.

La dinámica de Los Rayos viene gestándose hace casi una década, donde (por las razones circunstanciales que fueran) los caminos de los padres fundadores se cruzaron. No buscamos explicación a este hecho, tan sólo lo abrazamos.

Déjenme ahora mostrarles uno de los episodios (tal vez el más épico) de la historia del grupo; aún antes de formalizar y legislar su existencia…

Corrían tiempos difíciles: la debacle del “Instituto de Hugo” fue un golpe inesperado, poco se sabía sobre cómo iba a remontarse la situación. Intentando mantener la unidad, se decidió hacer un encuentro en mi casa de len. Parecía un ambiente propicio para las risas: donde los sillones son capaces de transportarlo a uno a otra dimensión (todavía mas profunda que el infiermo de Dante), desde donde difícilmente pueda escaparse solo. Inocentemente la conversación derivó en un simple recuento de las semanas anteriores, hasta que hizo su funesta entrada aquella película; marcando un punto de quiebre en las vidas de todos.

En 2006 estrenó Click… Adam Sandler protagonizó ese film para mostrarnos lo endeble que es el lazo entre Los Rayos. Personalmente me situé (y sigo manteniendo mi postura) defendiendo la obra en cuestión: pocas veces hasta ese momento había pasado de la risa explosiva (esa que te hace llorar, conlleva un dolor atroz, pensar que muy probablemente uno vaya a morir y cuestionarse si esa es una forma de hacerlo más o menos digna que muriendo atragantado por un hueso de pollo) a la angustia más oscura (esa que te encuentra en el sillón cual Fantasma del Espacio luego de su despido, comiendo helado de limón; pero sosteniendo la cuchara de una manera peculiar: en vez de asirla entre el pulgar, el índice y el dedo mayor, esta se agarra con toda la mano, excavando en el pote de helado como si fuera la última vez.. Como si se temiera una repentina muerte, causada por asfixia debido a un hueso de pollo). Algunos recordarán cuando aparece en escena el Ángel de la Muerte, donde los guionistas decidieron jugar con nuestras emociones, mientras nosotros, del otro lado, pensamos que podríamos sentarnos a disfrutar del espectáculo, comiendo pochoclo dulce (porque el salado es una aberración).

Sin embargo, nada de esto llegó a los helados corazones del resto de los integrantes: “Pero si es un sueño”, decían entre risas, mientras sus almas caían en un pozo oscuro. Claramente disfrutaron la película, pero pesa más la opinión externa. Es por ustedes, oh lectores, que los demás no se muestran tal cual son. Es por ustedes que profesaron estas opiniones, con los ojos vidriosos, y el alma medio muerta por no poder relajar frente a una de las mejores comedias del milenio. Ojalá el sacrificio de mis compañeros Rayos no sea en vano.

Por ahora, lo dejamos de este tamaño.