Todo lo que llega tarde es mejor. En realidad, lo que llega de Los Rayos siempre es mejor. Por eso vamos, vamos, vamos:
En este caso no fuimos los únicos en llegar tarde. La función empezaba a las once y, doce en punto, iban llegando los integrantes de la banda, de a poco y con mucho glamour -completamente despeinados.
Las féminas suelen arrancar con toda: desarticulando y desgañitándose con Deshice de mí. Pero ésta vez… pero ésta vez, la cosa fue más acolchonada: un preludio a dos cuerdas, charango y criolla en manos de la Toti -Sofía Trucco- y el Lapidus -Martín Lapidus-, agasajó a una audiencia algo pre-exitada (como solemos venir los capitalinos quemados de hoy). Una vez calmados los ánimos (tómese un tecito…), el ambiente se empulentó.
¿Qué es la música?, ¿qué es el grito?, ¿qué son los silencios?, ¿qué está pasando? Son preguntas que se hacen Los Rayos. Sobre todo mientras espectan un recital como el de Fémina en el CCC -Centro Cultural de la Cooperación, está muy bueno el lugar, eh-, el sábado pasado.
Todo el recital tenía algo de viaje; las palabras “no quisiera desaparecer, antes de poder mojarme otra vez, los pies en la luna” no tienen nada que ver con lo que iba a escribir. Pero no importa (pero es verdad). Las dejamos igual. Porque el recital es propiamente un show (o un acontecimiento), es diferente en cada situación. No sabés si cerrar los ojos para enzambullirte en una bañadera armónica o, por el contrario, abrirlos bien bien hasta que te sangren lágrimas para no perder una sola de las caras, las manos desvariadas y los trajes espectaculares que se festejan en el escenario. Proponen un continuo agasajo (ya escribí esta palabra) (vos ya la dijiste) (tenemos que usar colores, entonces) (tenemos que dejar estos paréntesis en las esquizo-notas) (no sé un sinónimo de agasajo: ¿convite?) a los espectadores hambrientos de caderas (epa!).
¿Y qué decir de los nuevos temas? Bueno, básicamente, que habría que escucharlos de vuelta, porque cada milésima de segundo que pasaba había que exprimirla para no perder nada del jugo; y cuando terminábamos de mangiarnos la milésima, ya se venía la siguiente milésima, y después otra, y después. Boquilargos y afilando la oreja, cuando ya la canción terminaba y había que acomodar los glúteos en el asiento para bienapreciar la próxima.
¿A dónde nos llevas con ese mechón, Wewi? ¿ A dónde va esa profunda mirada en donde todos queremos estar? ¿Por qué no escribiste más canciones después de Buen Viaje? ¿Por qué no nos importa que te olvides la letra? ¿Es tu baile un viaje hipnótico al más allá? ¿Cuál es tu relación con Osvaldo Laport? Todo esto te vamos a preguntar en la entrevista próxima con Los Rayos.
Y, ya que hablamos de la Wewi, habría que comentar, habría, que es espléndida la modificación al principio de “Buen Viaje” (valga, vamos, que valga la redundancia, ¡que valga, he dicho!), con el a capella (modificación que tal vez no fue una modifiación, sino que siempre fue igual; aunque me atrevo a apostar lo que no tengo por que es una modifiación casi nueva -tal vez desde el año pasado). Dicho sea de paso: vamos a una de las declaraciones más imporantes del año: al terminar esta canción, Fémina le dedica el recital y el resto de sus recitales al Flaco Spinetta. Y, si esto no te emociona, mejor mudate al pico de un iceberg (o témpano) y prendete un rompeportones en la mandíbula.
La boca que cobra ángulos impredecibles, trac, trac, trac, parece que se va a comer el escenario. Y de hecho, lo hace: la Clari hace de las tablas su campo de batalla, recorre los resquicios, reinterpreta posturas, luces, peinados y vestiduras.
Y en el rasgueo nos agarramos de las uñas de Toti que zacate zacate mientras el gesto adquiere una sonrisa invertida y la pálida luz le descubre la cara; una voz grave empieza desde la base y se va para arriba abarcando la totalidad del momentum. Sus cabellos parecen seguir las velocidades del loco charango y la melena se mueve ida y vuelta, roja y llama.
Pero a las féminas no son las únicas a las que les tenemos ganas. Los féminos, Sebastián Loza, Martin Nacho Lapidus y Hernán Cassiba, llegaron muy pitucos a la escena: camisani fachera, atroden de los lompas, o fuera en el caso del bajista; barbeli emprolijada, mechas al viento y mucho Rock. Uno de ellos se nota que es un Rayo desde lejos. ¿Por qué? Porque lo conocemos hace años y porque la banda está buena; sin un Rayo la banda no podría ser lo que es.
¿Qué pasa con la música de hoy en día?, ¿por qué no es toda como Fémina? Bueno, en principio, no seamos boludos: si fueran todas las bandas como Fémina, entonces Fémina no sería especial; ni sería una de los mejores grupos del momento – claro desprendimiento de una época en la que los géneros por sí mismos no rinden, sino que tienen que ser pasados por el tamiz de la técnica singular y la carnalidad atravesante del sonido sentido. En otras palabras: .
Fotos: JE.