¡Cállense, coquetas! ¡Dejen de cuchichear! Sus voces finitas frente a la pantalla se pierden en tu habitación vacía, y las tuyas también, flaco, tu concentración en el teclado no es algo heroico, así que deja de darte ánimos o de festejarte frases hechas. ¡Quedate quieto!
Ya no salgas, no hace falta, podés estar sentado en tu casa y ver todo el mundo, viajar, conocer lugares donde nunca estuviste, donde quizás no puedas estar nunca, pero podés hablar de ellos como si, y ya no hace falta cerrar los ojos para poder ver, basta con estar en línea, como una brochette, todo el tiempo, en la ducha, en el bondi, en clases, en todos lados. ¡No salgas más! ¡No!
Y encima podés conocer a un montón de gente, un montón! ¡Pónganse caretas! Chateen, no dejen de chatear con todos los que se crucen por sus caminos, chateen como conejos en celo, reproduzcan un sinfín de conversaciones universales, sin importar quién esté del otro lado. ¡Y llenen el mundo de fotos! Instantes congelados para la eternidad, intentos desenfrenados de intimidad pública que pululan por doquier para sorprendernos cuando se dan a conocer.
Pero sabés qué, te perdés de cerrar los ojos y viajar a lugares que no existen.