Una de la mañana y me quedé sólo en el 15. Sentado en la última fila recorro la avenida Warnes brevemente porque ya agarra Scalabrini, Canning le quedó para la cole. Escucho The Lounge Lizards. Banda que seguramente me presentó Martín Lapidus en sus hermosas charlas sobre la música. Concentrado en el saxo, aparece un hombre enorme con gigantescas manos curtidas, tambaleándose por el pasillo del colectivo. Al final del mismo estaba este muchacho que ahora teclea parsimoniosamente. El hombre me mira y me sonríe. No sé si alguna vez se percataron de cuán enternecedoras son los hombres enormes y expresivos, pero por las dudas les dejo esta imagen. Me habla y yo me bajo un auricular, sonrío. La ciudad muchas veces me impermeabiliza a la charla. Sin embargo decido salir de mi ensimismamiento y lo saludo.
Me habla del cachorro que se encontró y de que su esposa lo va a matar, que es el tercero. Me habla a mí y a ella, la cachorra que juguetea temblorosa entre las manos curtidas y afectivas de su nuevo compañero que mucho se aleja de ser su dueño. Charlamos de sus hijos y su trabajo y sus problemas, y de cómo los últimos no le importan mucho por los primeros. La pasé bien, me bajé y terminé de escuchar Voice of Chunk camino a mi casa.
Lindo viaje, recomiendo el CD.