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Hoy es bingo menemista

Llega el verano a la cote d’azur, y las mujeres se desmayan con mi calzoncillo a rayas, mira, mira, se vuelven locas cuando me pongo el zolcillonca rosa, empieza el calor, y las mujeres no paran de mirarme, relojean bultos a diestra y siniestra, la costanera se empieza a llenar de posibles modelos o muñecas, bebiendo en los bares del caribe, con sus pieles barnizadas brillando al sol, de la mañana hasta la tardecita, poderosos y lujosos autos empiezan a circular por las estrechas calles, con Kent al volante escuchando música a todos volumen, que bien podría ser cumbia sobre una moto en alguna pequeña perdida ciudad del interior, a los lejos se empieza a ver la actividad de los yates, que surcan el mediterráneo dejando pequeñas estelas blancas detrás.

Es sano, puro, perverso y bestial.

Si todos fuésemos así, seríamos todos traumados. Pero nos divertimos en cambio al verlos sentados esperar que pase Michael, tomando un copetín, picando un salamín, hablando cosas de vuelo bajo. Reina un ambiente de vacaciones que aun no empezaron, pero en todos lados el calorcito trae ese no sé qué de distensión, de alegría, que saca a los viejos (acá son todos viejos) a pasearse de la mano por las calles, abrigados como si estuviésemos en pleno invierno, saliendo al fin, que acorta los pantalones femeninos, que cambia el caminar de los hombres, que ajusta los slips y hace falsear sonrisas.

Yéndonos por las ramas, podríamos hablar de los erizos de mar que descansan en las rocas mentonascas, o de la merluza, de la alfarería, pero de ninguna manera podríamos evitar que los Dioses se rían de nosotros.Captura-de-pantalla-2012-11-22-a-las-16.31.32

Por algún motivo mis ideas se escapan por la besictriz de la vida, y me cuelgo de la tangente que refracta en el vidrio verde de la botella que me acompaña. Así que voy a dejar de escribir.