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La venganza de Macoli

Hace 30 años John Hughes y Chris Columbus se juntaron para crear una obra maestra de la navidad llamada Home Alone (Mi Pobre Angelito, para esta parte del mundo). Ellos fueron, no siempre juntos, los encargados de Flubber, los 101 Dálmatas, Señora Doubtfire, varias Harry Potter, Beethoven, Mejor Solo que Mal Acompañado, entre tantas otras historia que nos cautivaron unos domingo lavados por la estática de la tele de tubo.

En breves palabras la película cuenta sobre una familia que vive en Chicago, en una mansión, y decide ir a París a pasar navidad (de ahí que sea tan fácil empatizar). Gran parte de la familia maltrata a uno de sus hijos, llamado Kevin. El día del viaje este hijo es olvidado. Recién en París la madre se da cuenta de que se olvidó de Kevin. Decide volver y al resto de la familia mucho no le importa y dicen “volvemos después, andá vos, vieja”.

A Kevin tampoco le importa que lo hayan olvidado porque su familia era una mierda y solo quería ir a ver a Michael Jackson que lo trataba bien. Pero sus planes se ven frustrados por Joe Pesci (un actor demasiado bueno por ese papel) y Daniel Stern, que transforman esta comedia en un Home Invasion navideño. Durante toda la película disfrutamos de cómo el tierno y abusado Macoli Colquin hace trampas ingeniosas para zafar de las garras de estos dos ladrones ineptos, mientras se regocija mirándolos sufrir. Básicamente lo que estamos viendo es la psicosis de un niño torturado en forma de comedia.

Por otro lado, de los directores que no vi nada Jonathan Milott y Cary Murnion, Becky es una película que homenajea de alguna manera a la antes mencionada. Porque por más gringa y lobotomizadora que sea, no podemos olvidar el rol que ocupó en nuestra infancia Home Alone y lo importante que fue (la comedia más taquillera de la historia hasta Hangover II del aclamado Todd Phillips).

La película cuenta la historia de una adolescente de trece años cuya madre murió de cáncer y, un año después, se enfrenta al anuncio de su padre (que no tiene todas las luces) que se va a casar. Ella tiene toda la bronca que tiene una adolescente que se da cuenta de que la vida no es como se la contaron las películas del mediodía de los domingos, se siente sola y llena de ira, extraña a su madre. Ante esta infancia difícil, ella no es una pobre angelita, sino una niña herida y angustiada. Para colmo, unos neonazis que al parecer vivían en su casa antes de que ella se mudara ahí, se escapan de la cárcel y van a buscar una llave que no se entiende bien para qué sirve a la casa donde está con su padre, la novia de su padre y el hijo de ésta, y transforman este drama familiar en una Home Invasion gore en el bosque.

Luego de que los intrusos le matan al perro de Becky, transformándola en John Wick, en su mirada se dibuja un odio que dice “a tu odio neonazi me lo como entre dos panes, solo me falta la mostaza, pancho”. Todo eso dice. Y comienza un camino de venganza al estilo Oldboy, lleno de violencia que hace que te quieras cubrir un poquito los ojos, cargado de un rencor adolescente hacia la vida misma.

A pesar de que sus actores son bastante olvidables la película funciona muy bien, la narrativa es sólida, el juego que hay con los elementos de librería escolar transformados en armas es hermoso y los planos del bosque y ella prístinos en contrapunto con la sed de venganza del personaje son geniales.