Tomándome un mate por primera vez en un tiempo considerable (un mate solo, yo, mi hamaca paraguaya, mi perro y yo y mi mate y mi hamaca paraguaya y vos un poco) me pregunto sobre qué cornópolis me senté a escribir. Porque como flatulencia en parada del coletivo, se me escabulle mi propia idea y se vuelve difusa entre partículas de CO2.
Estoy seguro que era sobre algún tema, iba a empezar contando que hace mucho que no escribo, pero no me importa, como torta, cuchillito que no corta. Para, luego, entrar en tema: no recuerdolon.
A pedazos se cae mi superfice neuronal, ahí donde se afianzó alguna vez, algún tipo de memoria. Miro a mi perro, quizás él me leyó la mente y recuerda qué tema quería tocar el día de la fecha del día.
Describamos entonces: un monton de hippies vestidos de gala, barbas largas y mugritud por doquier (dónde quiera) y bellos corporales femeninos que crecen con la libertad de narco colombiano. Por sobre todo eso fraks y vestidos de seda largo, espaldas al aire, collares de perla, rojos y azules metálicos recorren a mujeres con volados y encajes, por debajo de sus trenzas atadas con hilo encerado para un macramé mal acabado.
Los Rayos, Vivan Los Rayos! Ya me voy a acordar recordando.