Siguiendo con la línea casi musical que arrastra nuestro querido Jorge Ernesto, voy a hablar, porque efectivamente la música tiene ese elemento sorpresa que no te explota en la lengua, pero que te puede sacar de cualquier parte para llevarte a donde quieras.
Y ahí iba yo, rodeado de los hombres-topo, quienes segados por la luz o apurados por el reloj, caminaban para todos lados, chocándose entre si, con mala cara y soltando resoplidos de disgusto. Con la música sonando en mis oídos, seguía mi marcha tranquilo, con una sonrisa en los ojos, el viento dándole a la ciudad un aura especial, junto con el cielo negro que anuncia catástrofes. ¿Será por eso que estaba tranquilo?
Como diría Richard (no vos Richard, el otro Richard) vivimos en días salvajes, pero soñar no cuesta nada. Es cierto que estar aislado del entorno por la música que suena en tus oídos no está del todo bueno, pero posibilita muchas veces el soñar despierto. Y hoy es difícil poder ver con los ojos cerrados, darse a la libre imaginación, porque bombardeados por incesantes imágenes nuestra cabeza no puede más que superponer visiones, una sobre otra, sin construir nada. Amar es Urgente, me hubiese gustado conocerte, serías sin duda un Rayo. Gran poeta, con una sensibilidad impresionante.
Si pueden, escúchenlo, más allá de sus letras, escuchen entre sus melodías, en el aire que queda entre las letras, entre las palabras. No solo con él, sino con todos los que los diviertan, con los que les saquen una sonrisa, una lágrima.