Antes de entrar en el núcleo duro de La Luna asesina (la compleja trama paranoide del satélite perverso y su trayectoria destructiva), voy a analizar un poco el estilo (o, más bien, habría que decir “la puntuación”, porque lo que hace de Fodor el escritor de ciencia-ficción-documental-realismo-panfletario más original de su tiempo es la forma en que la puntuación -o habría que decir “estilo”- se ve influenciada por el objeto de estudio que orbita sobre él: la homicida Luna.
El primer párrafo del texto empieza exponiendo lo que “sabemos de ella”; es decir, los aspectos bajo los que la Luna integra nuestra vida social. Y son muchos los ámbitos (si seguimos a Fodor, nos damos cuenta de esto) en que el satélite único de la Tierra interviene en nuestra cultura:
La luna, qué sabemos de ella; es nuestro satélite conocemos sus medidas, peso, densidad, movimientos, temperatura, etc.; pero también la conocemos como algo abstracto mágico; nuestros jóvenes cuando se casan lo llaman Luna de Miel. Los astrólogos lo usan para sus combinaciones astrológicas para explicar el futuro, tanto físico como social; los poetas la alababan desde tiempos remoto. Cada vez que los arqueólogos descubren escritos, signos cuneiformes y también en las antiguas leyendas, siempre en alguna forma figura la luna, en sus cuatro faces, como guía o como leyes. (p. 7)
La descripción es sosegada -exceptuando algunas incorrecciones ortográficas-, tranquila; se enumeran diversos aspectos: dimensiones físicas de la Luna, valor simbólico (“abstracto mágico”), su vínculo con el amor (“Luna de Miel”), relación con las predicciones y el destino, el lugar de la Luna en la poesía, y los descubrimientos arqueológicos que vuelven a destacar una presencia absoluta y totalitaria en la historia de la humanidad.
Pero la cosa cambia rotundamente al dar vuelta la página:
Extraños, pavorosos e incomprensibles sacrificios humanos (aztecas, mayas, incas), luego se reemplazó por los animales, etc. (N° 1)
El “(N° 1)” reenvía a una imagen de la Luna en blanco y negro, exhibiendo unos profundos y desquiciados cráteres. Podemos leer cómo la atmósfera empieza a enardecerse con esos “extraños, pavorosos e incomprensibles” sacrificios que coinciden prolijamente con la tríada “aztecas, mayas, incas”; casi como si se sugiriera una cópula racista: extraños-aztecas, pavorosos-mayas, incomprensibles-incas. Para seguir, después, con un injustificado reemplazo por “animales, etc.” que alude a una enumeración truncada, porque el tiempo apremia: ya estamos cerca del tema jugoso, se viene la Luna, la redonda terrorista, y Pedro Fodor no puede detener la mano —>
¿Es la luna un símbolo de grandeza?, está ahí porque las leyes físicas de la gravedad la rigen y no puede escaparse, sólo el hombre con las nuevas técnicas puede alterarlo y lo hará seguro que lo hará, tardará 600 años, pero lo hará, pero por qué, si no molesta, sabemos por él cuando plantar, cosechar, concebir su influencia es enorme, después de todo las mareas la ocasiona ella, la luna, los animales inferiores (el hombre es también un animal), saben apreciar sus beneficios; también tienen temores, secretos miedos, que nosotros los humanos no entendemos, según sus faces. (p. 9)
Lo anterior es una sola y crispada oración. Vemos cómo el escritor no puede contenerse y se deja llevar por la influencia gravitacional de la Luna, ojo grave que ilumina la obsesión de Fodor. Mete cosas en el medio “(el hombre es también un animal)” que no vienen a cuento; repite y repite hasta que las palabras se pegan, “lohará seguro que lo hará, tardará 600 años, pero lo hará” ; se autopregunta sin dejar espacio para la respiración del lector, “pero por qué, si no molesta”; y el orden de las palabras se mezcla haciendo su sentido difícil de desentrañar: “los animales inferiores … saben apreciar sus beneficios; también tienen temores, secretos miedos, que nosotros los humanos no entendemos, según sus faces”.
El libro recién empieza y ya podemos leer cómo la cercanía del tema perturba la prosa. Lo que sigue es el desarrollo de la tesis fodoriana acerca de por qué la Luna se alza como enemiga de la humanidad y qué hay que hacer para combatirla (cuestiones que se tratarán más adelante).