Churros, se les pasó el 29 y no comieron ñoquis, y si encima pusieron plata debajo de un plato que no es de ñoquis, está todo mal, van a empezar a llover cruces y todas las flores van a caer.
¡No se desesperen, locos, todo va a andar bien!
Quedan muchos 29’s por delante, abril, mayo, junio y el famoso Julio. Famoso porque hay quienes atribuyen al 29 de Julio el origen de esta tradición tan difundida. Sin embargo, hay dos versiones, una que dice que es verdad, y otra que no.
La que es verdad cuenta que hace mucho tiempo, en Italia, una familia pobre invitó a cenar a un flaco buena onda, y que éste, en agradecimiento, les profesó un año de buenos cultivos, que después se cumplió. ¡Y todo fue un 29! Por eso comemos ñoquis los 29 y se pone la plata debajo, para tener buenos cultivos.
La otra versión es más berreta y atribuye todo a la pobreza. 29, fin de mes, bolsillos flacos, la papa barata, como Barata Salgueiro, entonces se hicieron los ñoquis de papa.
Pero hay otra versión, que no es verdad ni mentira y que responsabiliza a una mala cosecha de trigo por la existencia de los ñoquis de papa. No había trigo, pero había ñoquis de papa.
La posta la tienen Los Rayos.
Y el tema es que son muy fáciles de hacer. Te ponés a hervir un kilo de papa a partir de agua fría con sal y, una vez que están listas, las haces puré. Condimentalo con lo que quieras, pero lo tradicional es salpimentarlo y nuezmoscarlo. Dejalo enfriar un toque porque sino te vas a recagar quemando. Bajás todo a la mesada y hacés una corona –yo te diría que no te la pongas, aunque si te das maña te podés hacer alto gorro- en cuyo centro ponés un huevo (si te cabe, un poco de queso rallado también). Vas uniendo todo, sin amasar mucho, y le incorporás de a poco la harina 0000 –más o menos, entre 250 y 300 gramos. Y si los estás haciendo para comer el 29 o para agasajar a alguien, y no porque estás re duro a las 3 de la mañana flasheando un terrible bajón, le podés poner un poco de polvo de hornear, así cuando te los comas vas sentir el excelso sabor del aire en la liviandad de una nube.
Después haces lo rollitos y los cortás. Y los cocinás. O no.
Y si estás re loco y querés terminarlos con una salsa que no te hayas comprado en Los Chinos, va una rica y rápida. Cortá un par de tomates cosechados manualmente por cebras con guantes de goma (seguro tenés) en cuadraditos, picá una cebolla, hongos (los que te hagan más feliz) -en cuartos-, panceta –en tiras- y pollo –en cuadraditos-, (puede que no tengas y Los Chinos a las 4 no creo que abran). Ponés en una sartén aceite de oliva, dorás el pollo y la panceta, y reservás (quiere decir que los saques de la sartén), agregás los hongos y los dorás también. Ahí mismo agregá la cebolla con un poco de sal hasta que transparente, le agregás el tomate y cocinás un Rayo. Volvés a poner todos los ingredientes y vertís una crema orgánica, extraída de vacas tratadas a base de masajes capilares, y le tirás un par de hojas de albahaca fresca, cultivada al natural, en tu balcón capitalino, impermeabilizada por el smog. Agregá los ñoquis ya cocidos a la salsa para que se impregnen bien.
Y listo, te los comés y te sentís un Rayo más.
Norma ya hizo los suyos, ¡animate vos también!