En principio parecerá un poco auto-referente el título de esta nota. Y lo es. En segundo lugar, cualquier lector podría argumentar que Lende y Ioni no son los únicos Rayos que escriben en Los Rayos, que también están Martín, Dr. Bob, Dan y el Dueño benemérito (contemos todo juntos con la mano: sí, da siete); pero estos Rayos tienen un ritmo de producción normal (excepto Martín, que está de viaje como corresponsal de guerra en Nueva York y pronto traerá material indescifrable – el caso del Dueño no es una excepción, ya que es propio del Dueño de Los Rayos no producir más que una nota al año para ver cómo andan las cosas). Así que el problema consiste en que Lende y Ioni (que firma como JE, pero le queda mejor Ioni) tengan una producción excéntrica y desmedida… deberíamos pensar que escriben en el papel higiénico, en boletos de colectivo y en la piel de su antebrazo, como para apenas tantear una posibilidad de comprensión.
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Estos artefactos usan Los Rayos.
Pero, no. No no no no no nonono: mejor hablar de otras cosas. A la pregunta que encabeza esta reflexión, "¿Por qué Ioni y Lende escriben más rápido que yo?", hay que responder con un desvío: escriben más cantidad porque han adoptado la vida-rayo.
TAC TAAC TAAC TAAAAAC!
Objetarán que cómo puede ser que adopten ese tipo de vida, si el grupo se llama Los Rayos, debe ser porque todos ya son Rayos, es decir, ya tienen una vida-rayo. Y yo respondo, emocionado hasta el vómito, que la condición-rayo está siempre por venir y que sólo puede alcanzarse escribiendo sin pausa; cada tecla pulsada, cada párrafo concluido, cada comentario retrucado es un paso más hacia la meta de llegar a ser lo que en un principio, arbitraria e inmotivadamente, afirmamos.
Finalmente, alguno podría agregar -como yéndose ya de la reunión, desde el final de la fila que deja el establecimiento- que esta parrafeada fue escrita con el único propósito de tener una nota más firmada y, por lo tanto, una nota menos de diferencia con las de Lende y Oni. Y, ante esta acusación yo contestaría que…