Sistemáticamente mermamos familias enteras, vidas de especies que supieron ser la última esperanza de la humanidad. El sábado pasado, yo mismo le partí el cráneo a una con una con un palo de escoba, ¡qué tristeza! Parece que ya nos hemos olvidado de los 80’s. Sin trepidar andamos blandiendo palos y desperdigando veneno, desratizando hogares, negocios y espacios públicos. Ya no pasa por nuestras cabezas, aquellos días en que una rata fue mascota de un gran instructor de artes marciales y sin que él lo note fue siguiendo sus pasos y aprendiendo sus movimientos. Los giros de la fortuna lo llevaron a cruzarse con un camión que llevaba material radioactivo y a caer, junto a este y cuatro tortugas a la alcantarilla. ¿Lo olvidaste? ¿Lo olvidaste? ¿No recordas cómo se dedicó al cuidado e instrucción de estas cuatro tortugas adolescentes? ¿No recordás todo lo que terminaron haciendo por la justicia y el bienestar de la comunidad mundial mientras comían pizza?
Y ni hablar de los motorratones de marte y su ingesta de salchicha, de ese ratoncito duro de mataro o de aquel que nos enseñó a hacer ratatouille.
La próxima vez que empieces levantes ese báculo de poder, primero preguntate cuántas posibilidades hay de que seas responsable de la muerte del maestro Splinter. No generemos un Ratschwitz.
Adiós-