Y son cosas que suelen pasar, basta con un mordisco para que tu mente vuele por recuerdos de niñez, como le pasó a Anton Ego al probar un simple ratatouille. Y esta no será la excepción, viajarás al sur, a la casa de tu abuela, recorrerás plazas varias y seguramente desees la presencia de ninjas cerca que te pateen el pecho de vez en cuando.
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