Yo se que vos, Pebete, Pebeta, habrás pensado más de una vez, Mmm como lo partiría a este Rayo, está que se parte, lo rompo todo, si lo agarro se la dejo del tamaño de un maní todo chupeteado. Y hete aquí que en esas frecuentes palabras que cual estela dorada de estrella perdida, nos persiguen por doquier, se esconde alguna verdad. ¿Cuál? Ni idea.
El tema es que la ocupada agenda que como Rayo sigo, me ha llevado a otra latitudes (o longitudes, tendría que chequear el tema de las latitudes, rápido pero mal). Pero tranquilos, cual hojas que vuelven al árbol de carbón después su casi total desaparición, volveré y seré millones, con cientos de anécdotas inventadas para contar en el colectivo o en una charla de café, o durante una ácida meditación matutina.
Y esto no se termina, porque la inventiva Rayo no reconoce límites, y si es necesario rentar un auto, comprar un avión o chorearse un tren, seguro vayamos a dedo, y lleguemos para seguir creando y conquistando al mundo con nuestro encanto, deseos ajenos y grandes ideas en algún lugar.
Por siempre Rayo!